Cada vez resulta más evidente que la crisis se ceba con las potencias occidentales. En Asia, un continente que ha conseguido crear un mercado interno suficientemente robusto como para equilibrar la caída de las exportaciones hacia sus clientes tradicionales, van a su aire.
Así lo demostraron ayer los datos macroeconómicos de Singapur que después de haber sufrido como pocos los rigores de la crisis financiera de 2008, la ciudad-estado anunció el mayor crecimiento de su historia.
La economía se expandió nada menos que un 38,2% sobre el trimestre anterior y un 15,5% si se compara con el mismo periodo de 2009. El crecimiento ha tenido su base no en la actividad bancaria, una de las principales del país, sino en las manufacturas.
El comportamiento del tráfico de mercancías, otro de los pilares de Singapur, también fue mejor de lo esperado por la recuperación de China y Estados Unidos. La Agencia para la Promoción del Comercio de Singapur (
IESingapore) estima que éste aumentará este año entre un 14% y un 16%. No obstante, el Gobierno prefiere ser conservador y mantener su previsión de crecimiento para todo el año entre el 7% y el 9%.
Asimismo, Singapur desplazó a Hong Kong y Estados Unidos para erigirse como la nación más competitiva del mundo, según una investigación del colegio de negocios suizo IMD.
La capacidad de adaptación y respuesta con que Singapur encaró la crisis mundial le permitió a la ciudad-estado superar a plazas tradicionalmente punteras en este escalafón de referencia.
Las 10 naciones más competitivas del mundo fueron Singapur, Hong Kong, Estados Unidos, Suiza, Australia, Suecia, Canadá, Taiwán, Noruega y Malasia.
Por contra, el índice sitúa en el último lugar a Burundi, Chad, Costa de Marfil, Zimbabue, Venezuela y Nigeria.
Entre las principales economías del planeta, Alemania aparece en decimotercera posición, por delante de EEUU (19), Francia (20), España (28), China (48), Italia (51), Brasil (87), India (84) y Rusia (114).