Singapur revaluó su moneda, una medida que llevó a la divisa a un máximo de 20 meses y que impulsó a las monedas de Asia, reforzando las expectativas de que China pueda permitir pronto una apreciación del yuan. El banco central de Singapur dijo que la economía del país se había recuperado por completo de la peor recesión de su historia, pero indicó que las presiones inflacionarias podrían repuntar, por lo que modificó su política a una apreciación modesta.
La política estaba destinada a calmar el boom de su economía, que en el primer trimestre registró un crecimiento interanual del 13,1%
Después del impuso de estas medidas antiinflacionistas de las autoridades monetarias de Singapur, las especulaciones abrieron la posibilidad de una revaluación del renminbi chino.
El banco central chino ya ha comenzado a centrar su política en la inflación y, en febrero, aumentó los requisitos de sus reservas. Una apreciación de su moneda, como ha ocurrido en Singapur, le permitiría conseguir sus objetivos; los inversores creen que la revaluación no tardará en producirse. En su caso, el factor más imprevisible es el político.
Los mercados de divisas se han sentido frustrados por la presión ejercida por EEUU sobre el tipo cambiario del renminbi, lo que podría retrasar cualquier decisión, ya que lo último que quiere China es dar la impresión de que está cediendo a las presiones. Este mes, el secretario del Tesoro estadounidense, Tim Geithner y el presidente Obama han rebajado el tono de sus discursos.
El cambio podría propiciar el entorno adecuado para que se produzca una revaluación. A raíz de conocerse las noticias que llegaban de Singapur, las divisas de toda la zona sufrieron una apreciación, lo que debería también aliviar la presión sobre estos países para que intenten mitigar los efectos de su revaluación monetaria. No obstante, incluso con una apreciación de la divisa china, no se conseguirán detener los flujos de capital a la región, que son los responsables de las presiones.
Ahí es donde la economía supera a la política. La actuación de Singapur es simplemente la última que pone en evidencia la diferencia entre el imparable crecimiento asiático y el renqueante y temeroso Occidente. Los inversores se limitan a buscar más rentabilidad, de ahí que acudan a Asia. Aunque los políticos moderen el tono de sus presiones, la tendencia, que está afectando al sistema financiero, no cambiará.
La política estaba destinada a calmar el boom de su economía, que en el primer trimestre registró un crecimiento interanual del 13,1%
Después del impuso de estas medidas antiinflacionistas de las autoridades monetarias de Singapur, las especulaciones abrieron la posibilidad de una revaluación del renminbi chino.
El banco central chino ya ha comenzado a centrar su política en la inflación y, en febrero, aumentó los requisitos de sus reservas. Una apreciación de su moneda, como ha ocurrido en Singapur, le permitiría conseguir sus objetivos; los inversores creen que la revaluación no tardará en producirse. En su caso, el factor más imprevisible es el político.
Los mercados de divisas se han sentido frustrados por la presión ejercida por EEUU sobre el tipo cambiario del renminbi, lo que podría retrasar cualquier decisión, ya que lo último que quiere China es dar la impresión de que está cediendo a las presiones. Este mes, el secretario del Tesoro estadounidense, Tim Geithner y el presidente Obama han rebajado el tono de sus discursos.
El cambio podría propiciar el entorno adecuado para que se produzca una revaluación. A raíz de conocerse las noticias que llegaban de Singapur, las divisas de toda la zona sufrieron una apreciación, lo que debería también aliviar la presión sobre estos países para que intenten mitigar los efectos de su revaluación monetaria. No obstante, incluso con una apreciación de la divisa china, no se conseguirán detener los flujos de capital a la región, que son los responsables de las presiones.
Ahí es donde la economía supera a la política. La actuación de Singapur es simplemente la última que pone en evidencia la diferencia entre el imparable crecimiento asiático y el renqueante y temeroso Occidente. Los inversores se limitan a buscar más rentabilidad, de ahí que acudan a Asia. Aunque los políticos moderen el tono de sus presiones, la tendencia, que está afectando al sistema financiero, no cambiará.
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