Una excitante odisea que partiendo desde CEUTA explora los lugares más legendarios a través de los cinco continentes, un viaje por el tiempo hacia los Mundos Perdidos que han sobrevivido hasta el siglo XXI.
© Crónica de Vicente Plédel en ruta de los imperios
Bajo nosotros, los poderosos neumáticos ruedan sobre un lecho de asfalto perfectamente uniforme y compacto. Ni una vibración, ni un bote. No se notan para nada los 200 kilómetros por hora a los que nos estamos desplazando por esta gran avenida desierta repleta de luces destellantes. Acabamos de entrar en Singapur.
No conduzco yo y ... no estamos a bordo de nuestro Mitsubishi Montero. Por primera vez en la Ruta de los Imperios es otro vehículo el que nos introduce en un nuevo país. Es un Boeing 747 de la British Airways el que nos ha traído a esta lejana frontera, es la línea aérea con mayor número de destinos, sus pájaros de hierro llegan a todos los confines del planeta. Cuando se detenga frente a los pasillos telescópicos que se acoplarán al avión, el vuelo BA 015 habrá concluido. Un vuelo maravilloso, inolvidable. Como "descanso del guerrero" la British Airways nos acomodó en la clase "Club World", una auténtica delicia que nos sumerge en una comodidad sin igual. Butacas muy anchas totalmente articuladas y que prácticamente se convierten en camas para dormir, gigantesco espacio entre filas, monitor individual de televisión con 14 canales de vídeo y otros tantos de música, neceseres completos con productos de marca, un servicio esmerado y personalizado, una comida exquisita con varias opciones, todo cuidado al detalle y todo pensado para que el viaje sea algo que se disfrute. Pueden sentirse orgullosos, lo han conseguido.
Pero si nosotros dos hemos llegado a Singapur "caídos del cielo" con todo tipo de comodidades ... el tercer expedicionario viaja "envasado" y a oscuras en la tripa de una ballena de acero. Siempre nos causa una gran incertidumbre separarnos de nuestra fiel montura, especialmente cuando queda encerrada en una gran caja de metal que no volveremos a ver hasta varias semanas después. Los puertos y sus mafias no nos dan garantías de ningún tipo y menos aun tantos desplazamientos del conteiner con grúas que lo balancean como si fuese una pluma. Yo mismo supervisé el precintado y toda la operación de amarre de nuestra montura dentro del conteiner pero ... el mar y sus temporales dicen siempre la última palabra. Hay galernas en alta mar que hacen saltar cualquier amarre y cuando se abre el conteiner en destino ... el estado de la "mercancía" a la llegada nada tiene que ver con el de partida. El mar es siempre un misterio y desde que dejamos a nuestro compañero de viaje atado en las tinieblas de esa gran arca viajera, nuestros corazones se encogieron un poco. Pero es una inquietud inevitable, hemos de seguir hacia nuestro nuevo destino. Confiemos que al abrir el pesado portón de su cárcel temporal ... lo que veamos nos permita dibujar una sonrisa y que nuestros corazones recuperen su dilatado tamaño natural.
Nuestro salto aéreo así como la etapa marinera de nuestro Mitsubishi Montero desde Karachi a Singapur ha sido necesaria porque tanto China como Birmania ponen todo tipo de trabas y prohibiciones al tráfico terrestre de viajeros, no les interesan las personas, tan solo les mueve el dinero y los intereses políticos y propagandísticos de sus regímenes autoritarios. Se ve que el acercamiento de los pueblos y el favorecer el entendimiento entre las diferentes culturas y razas del planeta no va con ellos. Una vergüenza para el siglo XXI y el tercer milenio de nuestra era.
Singapur no es tan solo una nueva frontera, es nuestra puerta al Lejano Oriente, marca el inicio de una nueva etapa tras el "gran salto", no solo en el espacio ... también en el tiempo, estamos ya a siete horas de decalaje respecto a España. Aquí también se nos combinarán de forma mágica los mismos tres elementos que dan la vida al planeta: aire, agua y tierra. Nosotros llegamos por aire, nuestra montura por agua y juntos proseguiremos por tierra.
Al salir por la puerta del jumbo y encaminarnos por el pasillo telescópico, un cúmulo de sensaciones cosquillean en nuestro interior. Meditamos sobre esta nueva etapa inédita para nosotros y para las ruedas de nuestro Montero. Nunca antes hemos pisado ni nos hemos relacionados con sus gentes y caminos en esta parte del mundo, la excitación y la incertidumbre nos mantiene expectantes y ansiosos ante las novedosas vivencias que estamos a punto de comenzar a experimentar por esta zona del globo terráqueo. Unas etapas que nos abrirán un nuevo mundo de emociones, colores, sabores, rostros y paisajes muy diferentes a los conocidos.
Estamos ya en tierra firme, nuestro natural elemento. El aeropuerto es impresionante, decir impoluto sería quedarse corto, podríamos decir "esterilizado". Parece que lo estrenamos, todo impecable, el suelo brilla que casi hace daño, ni un papel en el piso, los pasillos perfectamente señalizados, miles de luces interiores y ni una sola fundida, cabinas telefónicas de llamadas gratuitas para dentro de Singapur. Aparecen carteles sobre las especiales leyes que rigen Singapur, todo está regulado hasta en los más mínimos detalles ... y las multas figuran al lado de los avisos. En nuestras manos llevamos las tarjetas de inmigración que hemos de entregar firmadas al control de policía; en ellas figura, en rojo y en grandes caracteres, que el tráfico o posesión de droga se castiga con la pena de muerte. No bromean y con esta medida de unir la firma y la notificación vienen a decir a los viajeros: "ojito, están avisados".
"Welcome to Singapur" es la frase que sigue al sellado de nuestro pasaporte, se nos concede un mes de estancia sin necesidad de visado. Esta segunda etapa de la Ruta de los Imperios se inicia en este pequeño país-isla, pero no se trata de una isla tropical perdida y exótica al estilo de Robinson Crusoe, todo lo contrario. Se trata de una isla hiperdesarrollada con tres millones de habitantes, donde los rascacielos, el orden, la limpieza y la tecnología punta de última generación está presente en cada esquina, entremezclada con la verde y profusa vegetación tropical de mangos, palmeras, mangroves, plantas y flores.
Salimos del aeropuerto y si el calor nos sienta como una bofetada ... la humedad es como una paliza en un callejón, los libros ponen que suele superar el 90% ... y no han exagerado. En el taxi recuperamos el microclima que genera el aire acondicionado, todo está con aire acondicionado en esta isla. Nada que temer del taxímetro o de los engaños en las tarifas; las penas y multas por estafas, artimañas, recorridos falsos, abultamiento de facturas o corrupción son tan elevadas que posiblemente sea Singapur uno de esos pocos países del mundo donde un recién llegado se puede subir tranquilo a un taxi y despreocuparse de todo porque se le cobrará lo que marca la ley, ni un céntimo de más.
La dirección que le damos al taxista viene producto de otro de esos galimatías que a veces teje el destino. En 1.993 realizamos la Ruta de los Vikingos, más de 10.000 kilómetros que nos llevaron desde España hasta los países escandinavos para terminar en el Cabo Norte tras cruzar el Círculo Polar Ártico y atravesar Laponia. La base del "norte" fue Oslo, donde vivía en aquellas fechas mi tía Dominique. Compartía la casa con su amiga Béatrice, de la oficina comercial de la embajada francesa, y en ese breve paso por Oslo la conocimos. ¿Y donde está ahora Béatrice? Pues nada más y nada menos que en ... ¡Singapur! Menuda sorpresa cuando nos lo dijo Dominique hace menos de un mes, al escribirle que la ruta iniciaba su nueva andadura desde Singapur, donde llegaría por barco nuestro todo terreno. Resulta increíble que tras Noruega la destinasen a Singapur ... y nos reencontremos durante el desarrollo de otra ruta. Nos conocimos cerca del gélido Círculo Polar Ártico y nos volvemos a reunir en las inmediaciones del tórrido Ecuador. Realmente los milagros existen. ¿Será la Navidad?
EXPEDICIONARIOS ... A REAGRUPARSE
Su hospitalidad es desbordante y nos alojaremos en su casa todo el tiempo que necesitamos para recuperar nuestro Montero y conocer la isla. A su dirección llegó la documentación que desde Pakistán nos remitieron para poder "liberar" nuestra montura. En su teléfono se recibió la llamada que el agente de Singapur nos hizo para comunicarnos la llegada del carguero que traía a nuestro compañero.
Cuando realizamos los trámites portuarios y de aduana nos dimos cuenta del gran acierto que fue elegir Singapur como puerto de desembarco. Realmente está a la altura de su reputación. Es como una máquina eficiente, bien engrasada y rápida. "Corrupción" es una palabra que no figura en el diccionario singapureño, en su lugar nos encontramos honradez, transparencia, organización y efectividad. Singapur se ha cosechado una fama de país incorrupto, la mantiene a base de durísimas leyes que cortan de raíz cualquier "extravío" ... y somos testigos directos de que la realidad coincide con su merecida fama.
El momento estelar nos espera en el puerto, cuando nos disponemos ante el funcionario de aduanas a desprecintar el conteiner que ha transportado a nuestro fiel compañero. Un empleado de la compañía naviera trae una cizalla y el precinto salta en pedazos. Tan solo queda abrir el enorme candado que pusimos nosotros como medida extra de seguridad. Yo hago los honores, tengo la única llave que abre ese cierre. Empujo pero la llave no entra por mucho que empujo, lo intento tres veces y nada. ¿Será mi candado? ¿Lo habrán cambiado? Me estremece ese pensamiento. Examino minuciosamente la cerradura y el candado. La llave no abre pero ... el candado sí que es el mismo, eso me tranquiliza porque por lo menos tengo la seguridad que no lo han abierto. El problema del cierre es que está muy oxidado, seguramente el conteiner viajó en cubierta en vez de en la bodega. El viento, la humedad y el salitre de la travesía se combinaron para hacer más inquietante este momento. Empujo poco a poco y la llave va entrando hasta llegar al final. Giro y la cerradura se resiste, el mecanismo no suelta el arco. Lo intento una y otra vez hasta que ... ¡clac!, ¡ya está! El aro de acero se ha liberado, lo retiro de sus argollas y giro rápidamente las barras de sujeción. La oscuridad del conteiner se desvanece cuando entra la luz de la tarde y ... todo está tal y como lo recuerdo cuando lo cerré en Pakistán, las cuerdas de amarre tensas, los tacos de fijación de las ruedas en su lugar y nuestro Mitsubishi Montero intacto. El mar nos devuelve nuestra montura sana y salva y rueda de nuevo por la tierra. Los expedicionarios nos hemos reagrupado por fin, de nuevo juntos para recorrer miles de kilómetros hasta donde nuestras inquietudes y curiosidad innata nos lleve ... y hasta donde las regulaciones de ciertos países nos permitan.
UN CUENTO DE NAVIDAD
Érase una vez unos viajeros (Miguel e Irstel) que vieron nuestra pegatina en Isfahan (Irán), con sus mochilas a la espalda iban desde España a Australia. Miguel es informático y le llama la atención la dirección de internet en la pegatina. "Españoles de Ceuta realizando una vuelta al mundo y narrándola en directo en una web", pensaría. Entran en la web, les encanta, la leen, nos escriben, les contestamos, ...
Muchos meses después, nuestro amigo Víctor de Islamabad -como un duende que va a hacer que todas las piezas encajen- vuela a Shanghai para un congreso de todos los agregados comerciales de España en Asia. Conoce en esa ciudad china a su colega en Singapur. Como nosotros pasaríamos por Singapur nos da sus datos para saludarle.
Un mes después la Ruta de los Imperios llega a Singapur. Llamamos al Agregado Comercial de España para saludarle y en la conversación surge que el hijo de un grandísimo amigo suyo está en Singapur ... tras recorrer Europa y Asia con mochila. Por un golpe de suerte encontró un trabajo estupendo, llevan casi seis meses viviendo en Singapur y está ahorrando para regresar a España por tierra visitando lo no visto en el camino de ida. "Lo hizo con su novia holandesa", nos dijo. ¡Y es que son Miguel e Irstel! Están en Singapur, nos da su teléfono y en breve se va a producir el primer encuentro con alguien que nos ha conocido por la web mientras viajaba y luego nos encuentra en ruta. ¡Increíble! Tan solo lamentamos no haber podido ver la cara que puso Miguel cuando recibió nuestra llamada y poco a poco le íbamos dejando adivinar quienes estábamos al otro lado de la línea.
Con fecha 4 de marzo del 2.000 y desde Isfahan nos escribió en su e-mail: (...) En la plaza Eman Khomeini todos os recuerdan con alegría - los de "Nomad", Hussein y compañía, otro personaje llamado Iraj de la "Silk Road Carpet Shop" también, y todos os envían muchos besos y abrazos.
Sé que no es fácil que coincidamos pero nos encantaría invitaros a cenar algún día, en alguna parte y poder compartir unas horas con vosotros. Para vuestra información, esperamos estar en Delhi a principios de Abril. Enshala!, como dicen aqui! (...) No fue en Delhi ... sino mucho más lejos, cuando ya nos habíamos perdido el rastro y ninguno de los cuatro considerábamos como posible una coincidencia de esta magnitud. Quedamos para conocernos y cenar, fue nuestra primera comida típica singapurense ... y no nos permitieron pagar. Fieles a su correo ... "algún día, en alguna parte" ... , nos invitaron. Tras ese primer encuentro siguieron otros y Miguel e Irstel nos enseñaron algunos de los lugares más emblemáticos de Singapur.
El encuentro con Béatrice es algo insólito pero lo de Miguel e Irstel se podría clasificar en el grupo de los imposibles. Demasiadas casualidades se tuvieron que confabular para este encuentro: una pegatina en Isfahan, el cariño que nos guardan en "Nomad", el viaje de Víctor a Shanghai donde conoció a José Luís de Singapur, que el padre de Miguel y José Luis fuesen íntimos, que Miguel e Irstel encontrasen trabajo en Singapur, que nosotros mismos llamásemos a José Luis, que hablase de ellos dos en la conversación telefónica... Es como un cuento, como un cuento de Navidad, donde hasta lo imposible se puede hacer posible.
UN PEQUEÑO GIGANTE
La primera impresión de este minúsculo país es que se trata de un lugar aséptico, ordenado y reglamentado, es la ciudad de la legalidad y las cosas bien hechas. Las leyes y edictos son las pautas que marcan el pulso del país. Todo está regulado, nada es dejado al azar, la droga se persigue con una fiereza sin igual, hay pena de muerte, algunos delitos se castigan con bastonazos en la espalda, la televisión satélite está prohibida (las cadenas aprobadas por el gobierno se reciben por satélite en una central y se distribuye por cable a los abonados que lo deseen), la pornografía perseguida, antes de dar permiso de trabajo a un extranjero se le hace un reconocimiento médico completo y algunas enfermedades (como el SIDA) producen la inmediata expulsión del país. La importación y consumo de chicle está terminantemente prohibido por los desaguisados que produce cuando se tira al suelo, multa si no se tira de la cadena al salir de un servicio público, comer o beber en el metro son 500 dólares de Singapur de multa (¡57.000 pts.!, 280 US$), fumar en lugar público o prohibido son 1.000 dólares de multa (¡114.000 pts.!, 560 US$). Una lista interminable y en ocasiones paranoica. Y los carteles de no fumar o de arrojar basura al suelo (poniendo debajo la multa correspondiente) no están simplemente de adorno, como ocurre en muchos casos en España, ... es que aplican la ley a rajatabla, el que la hace la paga y el que no paga ... a la cárcel. Ni siquiera reconocen la inmunidad diplomática para que nada impida la aplicación de la ley en su territorio.
Hay libertad (respetando la "lista", claro), armonía, estabilidad, seguridad (el índice de criminalidad es casi nulo) pero los que viven aquí nos confiesan que en determinadas ocasiones sienten demasiado la opresión del sistema. También es cierto que casi todos los ciudadanos de los países vecinos darían su brazo derecho a cambio de poseer pasaporte de Singapur. Es la eterna contradicción de los de "dentro" y los de "fuera".
Es una democracia pero el control del estado es total. La renta per cápita es de las mayores del mundo, es un país dedicado de lleno al sector terciario y se han hecho de oro ofreciendo garantías y legalidad en todas las operaciones. Es capitalismo salvaje ... pero siempre bajo la atenta vigilancia del "gran hermano".
Su reducido tamaño hace pensar que tiene que tratar con mucho tacto y permisividad a sus hiperpoblados países vecinos para evitar ser atacados pero no es así. Son tres millones de habitantes pero el servicio militar ronda los dos años y su ejército de tierra es tecnológicamente perfecto, su aviación es la más avanzada y poderosa de la zona, sus bases terrestres y la marina tienen los más sofisticados sistemas de misiles. Son independientes y dejan bien claro que lo van a seguir siendo, por las buenas o por las malas. El lema de las Fuerzas Armadas deja bien claras sus intenciones: "Nothing comes close", "NADA SE ACERCA". Desde su independencia en 1.965, ... nadie con malas intenciones se les ha acercado.
CÓCTEL ORIENTAL
Pero paseemos por sus calles, ahí está el Singapur que buscamos, el que realmente nos interesa. Un hombre de ojos rasgados hace gestos a un taxi, un niño de piel muy morena va al colegio, unas chicas en minifalda ríen en la terraza de un café, una mujer completamente cubierta pasa a su lado. La población singapurense es una mezcolanza de comunidades china (78%), hindú (7%) y malaya (14%), donde todas conviven pacífica y armónicamente sin perder su identidad cultural. Por ello siguen conservando sus propios barrios donde sus exclusivas peculiaridades se manifiestan elocuentemente.
Cuando Miguel e Irstel nos llevan al barrio chino el sol aprieta de lo lindo. Sus inmuebles de dos pisos y sus comercios en la primera planta alojan a los descendientes de los emigrantes chinos que llegaron buscando una nueva vida, allá por el s.XIV. Fue delante de uno de estos comercios donde tenemos la suerte de presenciar la danza del dragón. El propietario de unos de los locales celebra el aniversario de su establecimiento y un grupo de bailarines ameniza la celebración con una danza muy bulliciosa de dragones gigantescos de papel mientras timbales, platillos y tambores suenan estridentemente marcando el ritmo del dragón. El actor principal porta la cabeza y el resto de los bailarines componen el cuerpo del dragón. La danza es realmente vibrante con la cabeza saltando sobre la espalda del cuerpo.
Los trishaws (bicicletas con sidecar para pasajeros) forman parte de la imagen de Singapur, su curiosa estampa de otros tiempos se mueve entre Mercedes, Porches y miles de lujosos coches. Sus sonrientes conductores nos tocan el timbre para advertir de su presencia y que están disponibles. Otros han sustituido su carroza por una plataforma para transportar frutas, verduras o cualquier producto que se mueva por la zona. Su campo de acción suele limitarse a cortas distancias dentro del pequeño barrio chino. Sus templos budistas taoístas revelan su presencia no solo por sus coloridos techos en forma de cuernos sino por las estelas de humos que se escapan de sus pequeñas estupas incineradoras. Finas y etéreas hojas de papel rojas o amarillas, impresas con oraciones, son quemadas por los fieles que quieren hacer llegar sus peticiones y anhelos más íntimos a la morada divina de Buda.
En Arab Street, la mezquita del Sultán con su enorme cúpula oriental lo dice todo sobre el barrio donde nos encontramos. Sus mujeres cubren los cabellos con pañuelos de un rico y vistoso colorido floral. Los malayos fueron los primeros habitantes de Singapur que abrazaron el Islam hacia el siglo XV, por los contactos con los comerciantes árabes que arribaron a sus costas. Sus calles repletas de pequeños comercios de telas y hierbas medicinales que muestran cientos de combinaciones posibles para remediar los males del cuerpo y del alma.
Little India es un pequeño trozo de la India del Sur con sus templos presididos por los gopurans (torres) llenos de decenas de dioses y diosas danzando eternamente. Fueron levantándose desde mediados del siglo pasado, cuando los británicos trajeron mano de obra de la India para los campos de té y las minas de estaño de Malasia.
Pero hay un grupo especialmente simbólico que, a pesar de que va reduciendo su número, siguen orgullosos de sus raíces. Se trata de los llamados peranakan, los descendientes de los primeros emigrantes chinos casados con mujeres malayas, pues a las mujeres chinas les tenían prohibido salir del país (se ve que en China les ha gustado la palabra "prohibir" desde siempre). Sus descendientes han conservado la religión y el nombre del padre pero las costumbres, vestimenta y lengua de la madre, un cóctel muy original. La variedad étnica de Singapur se puede apreciar en cada rostro y en cada calle que se recorre. Una sugestiva selección de lo que nos queda por conocer en el sudeste asiático.
SINGAPUR, SIGLO XXI
El resto de Singapur ... es una apología del siglo XXI: omnipresentes rascacielos pero con gran profusión de zonas verdes y setos, un tráfico denso pero civilizado (lejos de la insoportable estridencia y locuras de los países que acabamos de dejar atrás) y los teléfonos móviles acompañan a la mitad de las orejas que se desplazan por las calles, como si la naturaleza les hubiese dotado de un nuevo e indispensable miembro anatómico.
Hay sofisticados supermercados del mismo modo que mercadillos, eso sí, en lugares legalmente aprobados para tal efecto, nada de poner un chiringuito en la acera ... todo "regulado". Un pestilente olor desvía nuestra atención y nuestra mirada fijada en los altos rascacielos vuelve al nivel del suelo en un puesto de fruta donde las colas de compradores se disputan las mejores piezas. Son los durian, un fruto verde con abultamientos con púas por toda su superficie y del tamaño de un melón. Su olor es tan fuerte (y podríamos definirlo de pestilente) que ... ¡sorpresa, sorpresa! ... se le ha legislado: no se puede transportar -bajo pena de multa- en los transportes públicos y muchos de los hoteles importantes ponen carteles de que los clientes no pueden traer durianes a sus habitaciones. Francamente el olor es penetrante y horrendo pero lo mismo ocurre con muchos quesos que desprenden su más terrible olor para esconder el más exquisito sabor, le damos una oportunidad. Probamos el durian y no tiene nada que ver con el olor, su sabor es muy suave y dulce y su textura es cremosa. Esto le ha llevado a convertirse en la fruta reina por excelencia, la más apreciada del panorama frutal del sudeste asiático, especialmente ahora que estamos en plena temporada y aparecen montañas de ellos por doquier.
Estamos muy cerca de Raffles, el centro neurálgico de negocios y de los "yuppies" colgados al teléfono. Pero Raffles es algo más que un nombre. Tras el paso de varios colonizadores como los portugueses y holandeses, fueron los británicos los que le sacaron el auténtico partido a la isla. Aunque a principios del siglo XIX sólo había establecida una base comercial con el tiempo se convirtió en una colonia del Imperio Británico en la que Sir Stamford Raffles tuvo mucho que ver. Fue Raffles el que supo ver las fructíferas posibilidades de esta pequeña isla repleta de marismas y malaria en el interior y pequeños puertos de pescadores sin demasiadas pretensiones en la costa. Llegó a decir que "Singapur se convertirá en el emporio y el orgullo de Oriente". Esto transcurría allá a principios del siglo XIX. Fue mimada, gobernada de forma separada al resto de Malasia y en el siglo XX , exactamente en el año 1965, obtuvo la independencia. Se configuró como la República de Singapur y las predicciones de Raffles no pudieron ser más acertadas.
LA LEYENDA DE UN NOMBRE
Una joven princesa de la isla de Sumatra decidió visitar la isla de Temasek ("la ciudad del mar", como antes se llamaba a Singapur). Durante su tranquila visita divisó un león y lejos de imaginar que pudiera ser un peligro y asustarse por la temida fiera, se llenó de alegría porque presagiaba la prosperidad. ¡Un león en una isla! Este buen augurio llenó de dicha a la princesa que decidió rebautizarla con el nombre de "Singapura", la "Ciudad del León". Nace una leyenda, nace un símbolo ... es un león, un león marinero ... un león-pez. Es el "Merlion" -"mermade-lion"-, el león-sirena. La isla ha sido rebautizada y el león-sirena la representa.
Estamos en diciembre, el calor es desagradable, pavorosas tormentas intentan aplastar con agua a la isla y la humedad pega nuestra ropa al cuerpo pero hemos conocido un lugar realmente singular. No solo por lo que es sino porque al final esta ínsula ha significado para nosotros muchos encuentros: los expedicionarios nos hemos reagrupado, Béatrice reaparece en la otra parte del mundo tras siete años y conocemos a Miguel e Irstel tras una increíble cadena de acontecimientos insospechados. Los días en Singapur han tocado a su fin, un largo puente nos está esperando, vamos a saltar a la península malaya y emprender una nueva singladura. Antes de partir de la isla, seguro que la princesa se despidió del león. Cuando llega nuestra hora de partir, nos despedimos del Merlion, que nos traiga tantos buenos augurios como vio la princesa en su venturoso felino.
Crónica recogida por Vicente Plédel en Ruta de los Imperios
Marian y Vicente contaron con el apoyo de varios patrocinadores en esta gran aventura: