BARCELÓ

16 mayo 2007

SINGAPUR, LA ISLA QUE CRECE

Cuando el marino Thomas Stamford Raffles izó por primera vez la bandera británica en Singapur en 1819 se encontró con una pequeña isla cuyo espacio era compartido por nativos, pescadores y piratas. El capitán inglés se sorprendería al comprobar que la ciudad-Estado que fundó es hoy uno de los centros financieros del mundo. Y que ni siquiera es ya tan pequeña.

En uno de los grandes proyectos ingenieros jamás emprendidos, Singapur ha expandido su territorio metro a metro, tonelada de arena a tonelada de arena, hasta aumentar su tamaño el equivalente a dos Manhattan neoyorquinos en los últimos 40 años.

El proyecto está lejos de haber terminado y miles de operarios trabajan a lo largo de la costa singapureña para ganar otros 60 kilómetros cuadrados dentro de un ambicioso plan que ha despertado las iras de los ecologistas y ha provocado un enfrentamiento diplomático con países vecinos. "Todavía tenemos espacio para crecer", decía recientemente el ministro de Desarrollo Nacional Mah Bow, anunciando las intenciones de la que ha sido descrita como la isla creciente.

El principal problema es que mientras Singapur se expande, las islas cercanas han empezado a encoger. Las islas indonesias han sido durante años, y debido a su proximidad, las encargadas de proveer el 80% de la arena necesaria para los proyectos de ampliación de terreno del país vecino. Las provincias indonesias de Riau y Bangka-Belitung han vendido una media de 300 millones cúbicos anuales de arena a Singapur, acumulando grandes ganancias a la vez que provocaban un desastre ecológico en sus territorios.

Algunos de los islotes más pequeños de Riau han sido escaldados hasta quedar sumergidos bajo el mar y otras islas mayores han visto sus playas reducidas en tamaño. "Cuando te llevas la arena, las islas de menor tamaño pierden su capacidad de resistir la erosión de las olas y con el tiempo puede provocarse su desaparición", asegura Nur Hidayati, coordinador de la campaña iniciada por varias ONG indonesias para frenar la extracción de más arena de su territorio.

Singapur utilizó tierra de sus montañas en las primeras obras de los años 60 hasta que su territorio quedó prácticamente plano. El Gobierno comenzó a comprar entonces arena de Malasia e Indonesia en cantidades que han ido aumentando según lo hacían las necesidades de los ingenieros en sus trabajos para ganarle terreno al mar.

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Aeropuerto sobre el mar

La profundidad del agua junto a la costa ha pasado de cinco a 20 metros, multiplicando la cantidad de arena necesaria para crear terreno artificial. La expansión del aeropuerto local de Changi, considerado uno de los tres mejores del mundo, requirió para su construcción la creación de 12 kilómetros cuadrados artificiales y la utilización de 9.600 millones cúbicos de arena. La rápida expansión de Singapur tiene como objetivo facilitar espacio para una población que el Gobierno prevé pase de los 4,5 millones de habitantes actuales a 6,5 millones en las próximas décadas, a pesar de que el país cuenta con uno de los índices de natalidad más bajos del mundo.

Las autoridades temen que la falta de terreno y la concentración de gente provoque en el futuro contaminación, atascos y subidas de los precios de la vivienda como los experimentados por Hong Kong, cuyo Gobierno también lleva a cabo proyectos de relleno de terreno al mar.

Los planes de Singapur, que incluyen la expansión de su costa otro 14% en los próximos 50 años, se han visto ralentizados por la oposición de grupos ecologistas en los países de los que importaba la materia prima necesaria.

Indonesia comenzó a limitar la exportación de arena de sus islas en 2003 y el pasado mes de febrero prohibió su venta sin excepciones. La medida deberá ser revisada cada seis meses y los Gobiernos regionales que se estaban beneficiando económicamente del tráfico de arena están presionando para que el embargo sea levantado en julio. Los ecologistas y los pescadores de la zona se oponen asegurando que los proyectos han destruido las reservas de pesca, corales, arrasado playas y bloqueado las salidas al mar de ríos de vital importancia.

La noticia del corte de suministro por parte de Indonesia ha sido aprovechada rápidamente por otros países de la región como Birmania, que podría convertirse en un nuevo suministrador. La prueba de que la falta de arena está lejos de suponer un problema para Singapur está en las obras que se llevan a cabo en diferentes puntos de su costa.

Un nuevo centro urbano está siendo construido en tierra creada artificialmente sobre el mar junto al distrito financiero. Las grúas y camiones trabajan aumentado la superficie de la península de Tuas, una zona del suroeste de la ciudad-Estado donde los planes urbanísticos prevén una inmensa zona industrial.

La pequeña isla es hoy 33 kilómetros cuadrados mayor de lo que era cuando Raffles desembarcó en ella en el siglo XIX y todo indica que seguirá su avance imparable. "El futuro de Singapur depende de ello", aseguran sus líderes.

Malestar en los países vecinos

Con unos 700 kilómetros cuadrados, Singapur es el más pequeño de los países del sureste asiático y sus líderes dicen tener derecho a expandirse dentro de sus aguas territoriales de la misma forma que lo están haciendo otras ciudades como Hong Kong o Dubai.

Pero en ningún otro sitio los proyectos de reclamación han creado una crisis parecida a la que vive la región. Malasia e Indonesia han protestado oficialmente al considerar que los planes de su vecino podrían cambiar las fronteras del sureste asiático y perjudicar sus intereses nacionales. Yakarta cuenta con 83 islas fronterizas que sirven para fijar sus bordes nacionales.

Una de ellas, Nipah, se encuentra frente a uno de los últimos proyectos de expansión de Singapur y se halla prácticamente sumergida tras haber entregado gran parte de su arena a su vecino rico. ¿Cambia la nueva situación las fronteras entre ambos países? Varios parlamentarios indonesios han llegado a asegurar que la venta de más arena a Singapur debería ser considerado un delito «de traición a la nación».

Malasia también se ha tomado las ambiciones de Singapur como una afrenta patriótica. El Gobierno de Kuala Lumpur ha denunciado que los trabajos de la isla podrían obstruir el paso de grandes buques a través de su puerto de Tanjung Pelepas. "La línea a través del estrecho de Malaca se está estrechando por la expansión de terreno de Singapur", según Nada Faza Soraya, miembro de la Maritime Education Foundation, una de las organizaciones que se opone al crecimiento de Singapur.

El primer asalto en la batalla legal ha sido ganado por la ciudad-Estado asiática. Una corte internacional declaró en 2005 que sus proyectos de expansión eran "legales".

Articulo publicado en EL MUNDO. por David Jimenez

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