El pasado mes de febrero, la cadena de supermecados COLD STORAGE de Singapur lanzó en uno de sus centros (Market Place @ One North, especializado en alimentos importados de Europa, Estados Unidos y países asiáticos), unos carritos de la compra 'inteligentes', provistos de pantallas LCD que les informan de ofertas y recetas que reciben por SMS en su móvil.

Desde la última promoción en cereales o pasta de dientes hasta datos sobre la composición nutritiva o las calorías de un filete, los terminales se encargan de divulgar el contenido de cada mercancía, y cambian de mensaje según el pasillo que atraviesan.
Además, la pantalla de cristal líquido a todo color de 12 pulgadas incluye una fotografía para facilitar la identificación del producto en la estantería, y dispone de un sistema de lectura automática de los códigos de barras de las etiquetas. El hecho de que te vaya informando de las ofertas disponibles hace que uno pueda ir directamente a comprar ese producto en lugar de tener que estar paseando por todos los pasillos buscando la ganga.
Según los encargados de la cadena, dos semanas después de su entrada en servicio, los carritos tuvieron una excelente acogida entre los clientes, a raíz de la cantidad de ellos que han solicitado recetas a través de mensajes con sus teléfonos móviles.
Este supermercado está ubicado en Fusionopolis, un futurista parque tecnológico alejado del centro de la ciudad, el establecimiento es pionero mundial en el uso de los Futurecarts, desarrollados por la compañía singapuresa Store of the Future (SOFT).
La pantalla cuenta con un microchip que analiza frecuencias de radio sincronizadas con un localizador GPS para detectar en cada momento su posición dentro de la tienda y el grado de proximidad a los pasillos de estanterías y neveras de congelados.
En función de esta posición, un transmisor envía a la terminal datos sobre ofertas, nuevos lanzamientos, recetas y consejos para comer más sano que se pueden recibir a través de un SMS.
Gracias a la tecnología sin hilos, también se puede modificar los precios de forma instantánea y sin tocar la etiqueta, así como calcular el coste de una bolsa de fruta cuando su peso es computado en la balanza digital.
Según el presidente de SOTF, Eric Rosenkranz, 'Es una innovación que ahorra tiempo y mano de obra, quizá ahora parezca muy futurista, pero creo que pronto se podrá ver en muchas tiendas'.
Cada comprador registra en la memoria del terminal los productos que ha adquirido, creando una base de datos con sus hábitos de compra que permite al supermercado conocer mejor los gustos de los clientes y qué alimentos son más o menos demandados.
La cadena de supermercados Cold Storage ha invertido casi tres millones de dólares en el desarrollo de la flota de veinte carritos, cada uno de los cuales cuesta unos 1.400 dólares singapurenses (algo más de 1.000 US$ o 700 euros).
No obstante, sus responsables confían en su apuesta por la avanzada tecnología aplicada por primera vez a este negocio, mientras SOFT afirma que el alto poder adquisitivo de los singapurenses, a pesar de la crisis y su adicción a las compras, les garantiza un lucrativo mercado en la ciudad-estado.
 
 



 Dentro de los Hawkers, que desde fuera son fáciles de confundir con mercados, cada minilocal dispone de varias especialidades distintas: zumos, comida china, vegetariana, halal, pollo, noodles, sopas, etc... Los clientes piden en el local que quieren y se sientan en las sillas plastiqueras comunes, de forma que cada comensal puede elegir entre cientos de platos distintos, a cual más bueno y barato (de 2 € para abajo el plato). Algo así como los foodcourts de los centros comerciales, pero menos asépticos y con comida auténtica en lugar de hamburguesas prefabricadas o fideos recalentados. Por la cantidad de hawkers que hay y lo llenos que están siempre, deducimos que son lo más "propio" de la cocina singapureña, y por lo que hemos leído no son exclusivos de las clases bajas ni mucho menos. Por otra parte, aunque se ven muy cutres, parece que las medidas higiénicas en Singapur se siguen más a rajatabla que en otras regiones asiáticas, por lo que comer en sitios "poco fiables" no resulta peligroso. Y cruzamos los dedos.
Dentro de los Hawkers, que desde fuera son fáciles de confundir con mercados, cada minilocal dispone de varias especialidades distintas: zumos, comida china, vegetariana, halal, pollo, noodles, sopas, etc... Los clientes piden en el local que quieren y se sientan en las sillas plastiqueras comunes, de forma que cada comensal puede elegir entre cientos de platos distintos, a cual más bueno y barato (de 2 € para abajo el plato). Algo así como los foodcourts de los centros comerciales, pero menos asépticos y con comida auténtica en lugar de hamburguesas prefabricadas o fideos recalentados. Por la cantidad de hawkers que hay y lo llenos que están siempre, deducimos que son lo más "propio" de la cocina singapureña, y por lo que hemos leído no son exclusivos de las clases bajas ni mucho menos. Por otra parte, aunque se ven muy cutres, parece que las medidas higiénicas en Singapur se siguen más a rajatabla que en otras regiones asiáticas, por lo que comer en sitios "poco fiables" no resulta peligroso. Y cruzamos los dedos.























